La generación mundial de residuos plásticos se duplicó entre 2000 y 2019, alcanzando a producir 353 millones de toneladas. Debido a esta gran producción, los residuos que genera y al insuficiente proceso de reciclado en muchos países, la cantidad de plásticos que hay presente en el medio ambiente es muy alto.
La exposición del plástico a algunas condiciones ambientales, como el calor, hace que el plástico se rompa en fragmentos más pequeños llamados microplásticos. Los microplásticos son pequeños trozos de plástico, de menos de 5 mm de longitud, que aparecen en el medio ambiente como consecuencia de la contaminación. En España, el 79% de los plásticos usados termina en el vertedero o en el medio ambiente.
Los microplasticos pueden agruparse en primarios y secundarios en función de su procedencia antes de acabar en la naturaleza. Los microplásticos primarios vienen siendo de pequeño tamaño cuando se desechan, y proceden, por ejemplo, de productos cosméticos o ropa. Los microplásticos secundarios proceden de trozos de plástico de mayor tamaño, como bolsas, botellas y redes de pesca, que se desechan y se someten a la degradación para fragmentarse en micro y nanoplásticos. Los microplásticos secundarios representan la mayor parte de los que se encuentran en los océanos y que son ingeridos por los animales marinos.
De hecho, no son extrañas las imágenes de tortugas enredadas en plástico o aves que mueren por tener el estómago completamente lleno de este material. Además, cabe destacar que investigadores de la Universidad de Uppsala comprobaron que, al ser de colores llamativos, las larvas de peces prefieren el microplástico al zooplancton (su alimento natural).
El siguiente eslabón de la cadena contaminado por estos microplásticos somos los humanos. Nos comemos los peces que nosotros mismos contaminamos. Así, cualquier europeo que consuma marisco de forma habitual ingiere aproximadamente 11.000 microplásticos al año. Incluso, se han encontrado microplásticos en placentas humanas.
La solución es innovación.
Investigadores y emprendedores del mundo entero se han puesto manos a la obra para encontrar una solución a este desastre ecológico. Muchas de las mejores mentes del planeta están enfocadas en eliminar los microplásticos de los mares y, en general, de las aguas para que podamos ver un futuro sin plástico. Ya hay algunas iniciativas totalmente operativas, pero no son suficientes para limpiar las grandes islas de plástico que hay en nuestros océanos.
Una de las tecnologías más prometedoras es la creación de librerías de cepas bacterianas con capacidad para biodegradar derivados plásticos. Se ha comprobado que estos microplásticos son rápidamente colonizados por ciertos microorganismos fotosintéticos porque acumulan suficientes nutrientes. El objetivo es identificar esos organismos y acelerar el proceso de degradación del plástico. En la actualidad, la bacteria que ha iniciado una revolución es Ideonella sakaiensis, que es capaz de degradar de forma casi completa una película de polietileno tereftalato (PET) en seis semanas a 30ºC.
En Sidney se ha desarrollado una papelera flotante llamada Seabin, capaz de absorber basura, microplásticos, combustibles y aceites que flotan en los puertos. El sistema lleva una bomba hidráulica integrada que no deja de succionar agua mientras vaga por el litoral, hasta 25.000L/h, arrastrando así los residuos dentro de una bolsa que puede almacenar hasta 20 kilos.
Por otro lado, en España contamos con la start-up Claptoplastic, que ha patentado una técnica de aglomeración selectiva para atrapar microplásticos en entornos acuáticos. Es decir, añaden aglomerante al agua y SOLO capta plásticos. Su objetivo son depuradoras y plantas de tratamiento, aunque con el tiempo esperan llegar a las lavadoras de todos los hogares. Una enorme cantidad de estos microplásticos que llenan el océano vienen de las fibras de la ropa.
Cada vez más personas se están dando cuenta de que a nivel individual se pueden hacer grandes cosas. La población exige cada vez más empresas que contribuyan a mejorar la vida en la Tierra, que propongan nuevas tecnologías para eliminar microplásticos.
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